Eran apenas las ocho de la mañana del día 26 de diciembre del 2004, los nativos de las costas de Tailanda, Indonesia, La India, Sri Lanka y los países del sureste asiático amanecían listos para comenzar su jornada laboral y los turistas se preparaban para un día de sol, playa y diversión.
La tierra tembló a cuatro mil metros de profundidad del Océano Índico, a unos 260 kilómetros al oeste de la costa de Aceh, en Indonesia, un sismo con una magnitud de 9,3 grados en escala Richter desencadenó un devastador tsunami.
El sismo fue tan potente que la tierra se levantó creando una ola de aproximadamente 15 metros de altura, la cual treinta minutos más tarde devastó la provincia indonesia de Aceh, en el norte de la isla de Sumatra. Esta provincia fue la más afectada, pero decenas de ciudades fueron borradas del mapa. La ola se extendió a todo el litoral del océano índico, sumergiendo a las costas de Sri Lanka, India (en especial los archipiélagos de Andaman y Nicobar), Tailanda, Birmania, Malasia, Maldivas y Bangladesh.
Para dimensionar el tamaño de esta catástrofe, seis horas después las olas alcanzaron las costas de África del Este (Somalia, Tanzania y Kenia).
Lamentablemente en pocas horas al menos 220,000 personas murieron, cerca de 170,000 en Indonesia, 31,000 en Sri Lanka, 16,400 en India y 5,400 en Tailandia según datos oficiales. Más de 200 personas murieron en otros países asiáticos afectados por las olas y 300 en África oriental. Cabe señalar que de las 5,400 víctimas de Tailandia cerca de la mitad fueron extranjeros de 37 nacionalidades.
Muchos niños quedaron huérfanos, decenas de miles sufren traumatismos psicológicos, los daños materiales son incontables y más de un millón de personas quedaron sin vivienda.
Así mismo el tsunami afectó el ecosistema en el litoral índico, como los manglares de Aceh y los arrecifes coralinos de Tailanda, causó mucha contaminación química.
Es importante recalcar que los desastres naturales no se pueden evitar, pero sí prevenir. Todas estas provincias y ciudades de haber tenido algún método de prevención o programa de protección civil, no hubieran tenido ese gran número de pérdidas humanas.
Es necesario contar con una estrategia de prevención y reducción del impacto de los Tsunamis, las autoridades federales, estatales y municipales deben de emprender lo siguiente:
- Evaluación del riesgo y vulnerabilidad de las comunidades costeras susceptibles a su ataque.
- Implementación de restricciones y reglamentación de uso del suelo en zonas de alto riesgo.
- Instaurar y operar un sistema de detección, monitoreo y alerta temprana de tsunamis, que esté en funcionamiento las 24 horas del día, los 365 días del año.
- Elaborar planes de contingencia como rutas de evacuación y refugios temporales.
- Establecer un programa de difusión, comunicación social y educación pública acerca del origen y recurrencia de los tsunamis, métodos de prevención y recomendaciones para actuar durante su ocurrencia.
- Simulacros de evacuación en zonas potencialmente inundables por tsunamis.
Lamentablemente en México no estamos preparados para un desastre de esta naturaleza. Contamos con un protocolo de protección civil ante un terremoto pero no para un tsunami. Debemos hacer conciencia de que a nosotros también nos puede pasar y es importante estar informados y preparados para una contingencia de estas dimensiones.
¡Infórmate! Podrías salvar muchas vidas.
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