Estimado Sr. Tintorero:
Desde mi estadía aquí, en la ciudad de Xalapa, he recurrido continuamente a su tintorería, llevando todo tipo de trajes y blancos; generalmente, quedando satisfecha del gran trabajo que hacían en mis prendas.
¿Sabe? Soy fanática de las camas bien arregladas, con flamantes edredones y llenos de cojines en diferentes formas, los cuales le dan una vista preciosa a la habitación donde duermo. Debido a esto, acostumbro a comprar diferentes estilos de edredones y, en su tintorería, pago para que éstos sean perfectamente lavados y planchados.
Tuve un edredón favorito, en colores beige, café y rojo; le adornaban cojines diversos, sábanas suaves casi parecidas al algodón egipcio, contaba con un rodapie de cama, el cual era el toque final para que luciera espléndida.
Un día llegué solicitando su servicio, para que lavaran ese edredón tan preciado para mi; como siempre que acudía a su lavandería, pagaba anticipadamente mi pedido y muy amablemente la señorita que me lo recibió, me entregó la nota donde especificaba el día en que me lo regresarían.
Justo, un día después de la entrega, llegaría mi madre de visita a Xalapa, y yo la quería recibir con la casa arreglada y por supuesto con la cama bien vestida y acogedora, para que al verla sintiera deseos de recostarse y descansar del viaje.
Por fin llegó el día de la entrega, salí a tiempo del trabajo para poder alcanzar su tintorería abierta, entré muy emocionada para recoger mi edredón y, cabe señalar que mi confianza en su negocio era absoluta, por eso, no hice la revisión pertinente de lo que se me estaba entregando.
Entre a mi habitación, comencé a sacar pieza por pieza de lo que habían lavado en su negocio, cuando de repente... ¡Me dí cuenta que estaba incompleto! Lamentablemente su tintorería ya se encontraba cerrada y yo en ese momento, no podía hacer nada, más que sacar otro edredón del closet.
Fue desilusionante, darme cuenta que no iba a recibir a mi madre como yo quería y, a parte, que mi edredón favorito no se encontraba como la última vez que lo había visto.
Contrariada, pasé al siguiente día para pedir cuentas sobre las prendas que faltaban. Nunca hubiera imaginado que su respuesta fuera que: la sábana de cajón, un cojín y el rodapie los habían echado a perder. El dinero que me regresaron, no compensó todo el esfuerzo que había hecho para conseguir ese edredón, fue un pedido especial, el cual tardaron un mes en conseguírmelo, mi edredón favorito lo destrozaron en menos de tres días y yo, aún sigo lamentando la pérdida de mi edredón.
Un día llegué solicitando su servicio, para que lavaran ese edredón tan preciado para mi; como siempre que acudía a su lavandería, pagaba anticipadamente mi pedido y muy amablemente la señorita que me lo recibió, me entregó la nota donde especificaba el día en que me lo regresarían.
Justo, un día después de la entrega, llegaría mi madre de visita a Xalapa, y yo la quería recibir con la casa arreglada y por supuesto con la cama bien vestida y acogedora, para que al verla sintiera deseos de recostarse y descansar del viaje.
Por fin llegó el día de la entrega, salí a tiempo del trabajo para poder alcanzar su tintorería abierta, entré muy emocionada para recoger mi edredón y, cabe señalar que mi confianza en su negocio era absoluta, por eso, no hice la revisión pertinente de lo que se me estaba entregando.
Entre a mi habitación, comencé a sacar pieza por pieza de lo que habían lavado en su negocio, cuando de repente... ¡Me dí cuenta que estaba incompleto! Lamentablemente su tintorería ya se encontraba cerrada y yo en ese momento, no podía hacer nada, más que sacar otro edredón del closet.
Fue desilusionante, darme cuenta que no iba a recibir a mi madre como yo quería y, a parte, que mi edredón favorito no se encontraba como la última vez que lo había visto.
Contrariada, pasé al siguiente día para pedir cuentas sobre las prendas que faltaban. Nunca hubiera imaginado que su respuesta fuera que: la sábana de cajón, un cojín y el rodapie los habían echado a perder. El dinero que me regresaron, no compensó todo el esfuerzo que había hecho para conseguir ese edredón, fue un pedido especial, el cual tardaron un mes en conseguírmelo, mi edredón favorito lo destrozaron en menos de tres días y yo, aún sigo lamentando la pérdida de mi edredón.
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